¿Sabías que muchas de las sustancias y objetos que utilizamos en nuestra vida diaria pueden ser tóxicas para nuestra salud y ni siquiera somos conscientes? Y más aún, usamos estos materiales sin saber en absoluto su grado de toxicidad.

Uno de los productos, sustancias o metales, que siempre está presente en nuestra vida es el aluminio, sobre todo en la cocina. ¡Un metal tóxico en la cocina!

Según la Agencia Para Sustancias Tóxicas y Control de Enfermedades (ATSDR),  el aluminio es una de esas sustancias sobre las que se han realizado estudios y está demostrado que tiene efectos nocivos sobre la salud de las personas.

 

 

Siempre, la toxicidad de una sustancia depende de la cantidad de dosis, del tiempo en el que la persona esté expuesto y de qué tipo de contacto sea el que se tiene con esa sustancia. A veces, incluso, algunas sustancias son tóxicas solamente si vienen unidas con otro tipo de elementos químicos y, por supuesto, nuestros hábitos son muy importantes.


¿Qué es el aluminio?

Comenzamos por explicar lo que es este metal porque es muy interesante saber que abunda mucho en la corteza terrestre y está distribuido por todo el planeta.

Los humanos lo solemos obtener de minerales que lo contienen, como uno que se llama bauxita. Como imaginarás el aluminio es un metal ligero y que tiene un color entre plateado y blanco.

¿Para qué se usa el aluminio?

Es importante saber dónde usan el aluminio porque muchos productos lo llevan y ni siquiera lo sabemos, por tanto, no podemos evitar su consumo si desconocemos dónde lo integran industrialmente cuando producen las mercancías que compramos.

Se usa en las latas de bebidas, en las ollas y sartenes, en fabricación de aviones, en el exterior de los techos de nuestras casas y, por supuesto, en el papel de aluminio. Pero, además, el polvo de este metal se usa en explosivos y en ¡los fuegos artificiales!

Las sustancias compuestas de aluminio se usan en la industria como el sulfato de aluminio para tratar las aguas y el óxido de aluminio en productos abrasivos y en los hornos.

En los productos de consumo lo podemos encontrar en los antiácidos, los astringentes, en la aspirina con cubierta entérica, en algunos aditivos para alimentos, en desodorantes y en cosméticos.

¿Y qué pasa con el aluminio cuando entra en contacto con el medio ambiente?

Ya sabemos que el aluminio se encuentra en toda la superficie terrestre de manera natural, pero por procesos de extracción como la minería este puede acumularse en grandes cantidades, lo cual ya es peligroso.

Además, las incineradoras y las plantas de energía de carbón también lo liberan en el aire. Las consecuencias de esto es que no puede ser destruido, las partículas que quedan en el aire y son muy pequeñas se quedan suspendidas mucho tiempo, por lo que pueden ser respiradas.

 

El aluminio, ¿es tóxico?

Para que se entienda si este elemento es tóxico vamos a ponerte algunos ejemplos. Habitualmente, las exposiciones son pequeñas, pero en niños o ancianos con una enfermedad renal el aluminio puede producir enfermedades de huesos y cerebro por tener altas concentraciones de este metal. Es decir, que si los riñones no funcionan bien este metal puede llegar a ser muy tóxico.

Y en niños que toman ciertos medicamentos que contienen aluminio también se han observado enfermedades de hueso y esto se produce porque no absorben los fosfatos y sus huesos no se pueden desarrollar con normalidad. Además, en cantidades toxicas afecta a la memoria deteriorándola.

Se ha encontrado aluminio en las leches infantiles a base de soya y en fórmulas de leches infantiles sustitutivas de la materna, aunque en pequeñas cantidades.

En los alimentos naturales como las verduras, hortalizas, frutas y carnes naturales no existen apenas concentraciones de aluminio, por lo que se pueden consumir con normalidad.

Pero existen algunos compuestos de este metal que se agregan a alimentos procesados, estos son los más habituales: polvo para hornear, harina, colorantes y agentes para prevenir aglutinación.

Pero es que, además, se sabe que un adulto está consumiendo todos los días, a través de estos alimentos o productos procesados, ¡de 7 a 9 mg de aluminio a través de su alimentación!

Y, por supuesto, en el aire, en las zonas industriales, existe mayor cantidad de aluminio que puede llegar a respirarse por la población.

El agua potable es tratada, justamente, con sales de aluminio  pero no quedan prácticamente residuos, por lo que no es tan peligrosa para la salud como se pensaba.

Así es que la mayor exposición de la población general a este metal es a través de los siguientes productos:

– Algunos cosméticos.

– Desodorantes.

– Medicamentos tales como aspirina con cubierta entérica (10 a 20 mg).

– Los antiácidos (300 a 600 mg de hidróxido de aluminio).

– Las vacunas pueden contener pequeñas dosis, aunque no más de 0.85 mg.

– Cocinar en ollas de aluminio o en papel de aluminio.

– Consumir alimentos procesados industrialmente.

¿Qué podemos hacer para evitar su consumo excesivo?

Para evitar consumirlo en exceso, que es lo realmente peligroso, debemos llevar a cabo las siguientes indicaciones:

No tomar alimentos procesados en grandes cantidades ni a diario ya que contienen aditivos con aluminio.

– No cocinar con ollas o sartenes de aluminio porque te pueden exponer a altos niveles de este metal, sobre todo si los alimentos son ácidos.

– No cocinar en papel de aluminio y evitar su uso en la cocina. Además, es un desperdicio que tiramos y puede volver al medio ambiente.

– No envolver los alimentos que queremos conservar con papel de aluminio, usar tuppers o guardarlos en las ollas donde se cocinan dentro del frigorífico.

 

 

– Envolver bocadillos o alimentos que se vayan a llevar para consumir después, en envoltorios ecológicos que duran toda la vida.

– No consumir grandes cantidades de antiácidos porque estos sí tienen aluminio en grandes proporciones.

– No consumir aspirinas con cubierta entérica, que contiene mucho aluminio.

– No dejar que los niños accedan a este tipo de medicamentos para evitar que los ingieran accidentalmente.

– Evitar el uso de desodorantes y cosméticos que contengan aluminio, cambiarlos por productos naturales sin este elemento.

Como ves, a pesar de que el aluminio está en nuestra vida de mil formas y es difícil evitarlo, con unos sencillos consejos podemos reducir su alto consumo y evitar su toxicidad.

RECUERDA: la base para disfrutar de una buena salud está muchas veces en cambiar nuestros hábitos, tal y como propone el método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente y activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral.

Además, para cuidar nuestra mente, existen herramientas como la app Siente – que puedes descargarte aquí  que pueden ser grandes aliadas en tu camino a una vida saludable. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar, reducir el estrés y, de paso, ser más feliz.

 


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