Posiblemente hayas experimentado alguno de estos sentimientos, no una, sino varias veces a lo largo de tu vida: tristeza, frustración, estrés, ansiedad, desilusión… Que sepas que está en tu mano transformarlos en aprendizaje, es decir, en experiencias positivas.

Bob Marley decía en una de sus más mediáticas apariciones: “No sabes lo fuerte que eres hasta que ser fuerte es la única opción que te queda”. Efectivamente, vas a tener que dejar de lado el miedo y empezar a enfrentarte a esas situaciones complejas que te irritan o entristecen, aunque solo sea para darte cuenta de todo tu potencial.

¡Eres mucho más fuerte, capaz y valiente de lo que imaginas!

Nosotros te proponemos apostar por la resiliencia, bandera de nuestra filosofía, que no es más que una forma de transformar esa adversidad en adaptación positiva. Consiste en resistir y superar, alcanzar un equilibrio perfecto para continuar con el día a día a pesar de los problemas.

Fuente: Pixabay CC0 Wokandapix

La resiliencia, además, es un objetivo totalmente terrenal, por muy inalcanzable o inverosímil que te parezca.

Para hacer frente a situaciones difíciles, incluso traumáticas, debes trabajar diferentes áreas con compromiso y control -a través de la meditación, por ejemplo-, pero, sobre todo, planteando cada suceso como un reto.

Estos ámbitos son la espiritualidad, el optimismo, el afrontamiento activo de los problemas y el dominio del entorno.

De todos ellos, deberás hacer especial hincapié en el dominio del entorno, ya que diferentes estudios han demostrado que las personas que potencian esta cualidad aprovechan mejor las oportunidades y se sienten más capaces de afrontarlas. Por el contrario, el sentimiento de indefensión, el descontrol y la incapacidad de asumir errores propios son condiciones comunes a personas con bajo dominio del entorno.

No obstante, tampoco debes olvidar los otros pilares de la resiliencia. Todos ellos conforman un todo que te hará más consciente de las herramientas que dispones para hacer frente a la realidad que te rodea.

Trascender más allá de tu propio cuerpo y ser capaz de conectar con tu esencia espiritual. Permanecer en armonía -interna y externa- y relativizar. Observar el mundo desde un prisma positivo que te ayude a afrontar los problemas y a dominar el entorno -por cambiante e impredecible que sea-.

Fuente: Pixabay C00 moise_theodor

Finalmente, te preguntarás, ¿de qué forma puedo trabajar y potenciar todas estas cualidades? La respuesta, tal y como avanzábamos anteriormente, es la meditación.

Y meditación es “una manera de estabilizar y aclarar la mente (…) Proporciona una forma de entender la mente para asentarse en un estado calmo y claro. La primera razón para meditar podría ser que queremos liberarnos de la mente agitada, queremos descubrir la bondad fundamental de nuestra mente natural”.

Esta parte de la definición nos atrae especialmente: ‘descubrir la bondad fundamental de nuestra mente natural’. Porque, en esencia, somos (eres) seres bondadosos. Y “El único símbolo de superioridad que conozco es la bondad” (Ludwig van Beethoven). Superioridad que te permitirá entender y gestionar la resiliencia para afrontar cualquier problema.

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