Llevar una dieta equilibrada es importante. Las cantidades que ponemos en nuestro plato también se han de tener en cuenta si queremos tener el peso correcto. Pero ¿sabías que el horario de tus comidas hace que estas sean más o menos saludables? Si no lo sabías, te lo voy a explicar de manera fácil.

Nuestro cuerpo está conectado íntimamente con la naturaleza. Formamos parte de ella y no podría ser de otra manera. Los ciclos del día y la noche nos influyen de la misma manera que al resto de los seres vivos. Por eso, nuestros niveles de energía varían a lo largo del día.

Además de nuestros niveles de energía, nuestra fuerza digestiva no es la misma por la mañana que al mediodía o por la noche. Por eso, es muy importante planificar adecuadamente nuestra dieta según la hora a la que vayamos a tomar los alimentos. El mismo alimento tomado dentro de un horario diferente puede nutrirnos o perjudicarnos.


Desayunar como reyes

Cuando nos levantamos por la mañana, si hemos dormido bien, nuestro cuerpo se encuentra lleno de energía. Además de eso, habrá realizado todas sus tareas de limpieza y reparación durante nuestro descanso. Al despertarnos, habremos pasado una buena cantidad de horas sin ingerir ningún alimento. Este pequeño ayuno habrá ayudado en el proceso de limpieza del cuerpo y eso es muy positivo. Sin embargo, después de tantas horas sin beber ni comer necesitamos poner mucha atención en nuestro desayuno.

 

Fuente: Pixabay/stevepb

 

El desayuno esta infravalorado por muchísimas personas. Normalmente nos levantamos con el tiempo justo para tomar un café, como mucho. Algunas personas toman algo a media mañana. También hay otras muchas que pasan toda la mañana sin tomar nada más que el triste café de por la mañana.

La costumbre de no desayunar es muy poco saludable. Cuando no desayunamos o desayunamos mal, estamos perjudicando seriamente nuestra salud. Comenzar el día sin desayuno es como pretender que un coche arranque sin gasolina. Necesitamos hacer un buen desayuno siempre. El desayuno nos da la energía para empezar el día de manera óptima. Si no lo hacemos correctamente, al llegar la noche con toda seguridad comeremos mucho más de lo que necesitamos.

Nuestro desayuno, además de nutrirnos, tiene la importante función de hidratarnos. Comenzaremos tomando un vaso de agua templada con el zumo de medio limón. Después de esto y pasado un rato, una fruta de temporada contribuirá a que nuestro estómago se prepare para comenzar su trabajo. Luego es cuestión de gustos. Tendremos en cuenta que nuestro desayuno siempre deber incluir cereales integrales y frutos secos. Podemos elegir entre: una crema de avena con pasas y nueces, pan integral de levadura madre con aceite o crema de mijo con canela, por ejemplo.

Los cereales refinados o la bollería industrial son poco recomendables por su alto contenido en azúcar y grasa. Además, son los responsables de las terribles bajadas de glucosa que se dan a media mañana.

Almuerzo de príncipe

Si hemos tomado un buen desayuno, casi con seguridad no habremos tenido necesidad de comer algo a media mañana. No obstante, si vamos a comer tarde, podríamos tomar frutos secos o fruta que nos ayuden a llegar hasta la hora de la comida.

 

Fuente: Pixabay/ cattalin

 

La comida del mediodía no debería ser demasiado pesada. Es recomendable una comida ligera pero nutritiva. Así evitaremos la típica sensación de sueño que dan las comidas copiosas.

Lo ideal es comenzar a comer con una pequeña ensalada. El hecho de comenzar la comida con alimentos crudos, como la ensalada, prepara el estómago, a nivel enzimático, para que la digestión pueda realizarse de manera óptima.

Después de la ensalada, procuraremos siempre tomar una ración de cereales integrales. Podemos elegir entre el arroz, la quinoa, la pasta, el mijo, etc. En el caso de las dietas vegetarianas, podríamos complementarlo con una pequeña ración de legumbre y algo de verdura. Por ejemplo: arroz con brócoli y garbanzos.

Para aquellos que toman carne o pescado, lo ideal sería verduras, cereales y una pequeña porción de proteína animal. Estamos acostumbrados a grandes cantidades de carne o pescado y esto no es necesario. Con una pequeña ración nuestro cuerpo tiene suficiente.

El postre siempre enlentece la digestión. Por este motivo, unas cuantas almendras o una manzana asada o cruda sería lo único que recomendaría de postre. Si necesitas terminar tomando algo calentito, mucho mejor un té japonés o una infusión digestiva que un café.

Cena como un pobre

Si a media tarde no hemos tomado nada, lo mejor es cenar antes de que se ponga el sol. Sin embargo, si no podemos cenar tan temprano, por la tarde podríamos tomar un pequeño sandwich o una fruta.

La cena es muy importante que sea ligera. Nuestro cuerpo digiere con menos eficacia a partir de la caída del sol. Por ese motivo, es importante no tomar alimentos que requieran un alto coste digestivo. Así mismo, no tomaremos grandes raciones por la noche.

 

Fuente: Pixabay/JamesDeMers

 

Para cenar, lo ideal es tomar alguna sopa o ensalada para comenzar. Las sopas hechas con algas son deliciosas y tienen muchísimos nutrientes. Después, dependiendo de tus preferencias, puedes optar por un pescado y una pequeña porción de pan integral. Si eres vegetariano, algún plato con tofu bien cocido o quizá unas rebanadas de pan integral con hummus de garbanzos.

La sopa y la ensalada nos aportan la hidratación adecuada para pasar la noche y el segundo plato proteínas e hidratos de carbono de absorción lenta que nos aseguran un aporte de glucosa prolongado. Una vez más, deberás poner atención en que los cereales sean integrales, a poder ser de cultivo ecológico, y que las verduras y vegetales sean de temporada y también ecológicas.

Contemplando estos pautas y procurando crear un ambiente tranquilo a la hora de las distintas comidas, conseguirás aportar salud a todos tus menús. Además, ten en cuenta que, si comienzas tomando tu primer alimento con las primeras horas de luz y tomas el último cuando el sol se esté poniendo, tus digestiones mejorarán y la asimilación de los nutrientes será mucho más eficaz.

Ayuno intermitente

Otra opción tan aceptable como las anteriores es practicar el ayuno intermitente. Es importante que conectes el cuerpo con la mente y decidas qué es lo mejor para ti. Para obtener más información sobre el ayuno intermitente se puede consultar el artículo El ayuno intermitente: en qué consiste y qué beneficios aporta.

RECUERDA: la base para disfrutar de una buena salud está muchas veces en cambiar nuestros hábitos, tal y como propone el método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente y activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral.

Además, para cuidar nuestra mente, existen herramientas como la app Siente – que puedes descargarte aquí  que pueden ser grandes aliadas en tu camino a una vida saludable. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar, reducir el estrés y, de paso, ser más feliz.

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