Todo ser vivo atiende a los ritmos naturales que les marca su cuerpo. No obstante, la socialización nos obliga a desatender esos ritmos para podernos sincronizar con los que marca la sociedad. No obstante, la rutina alimenticia que adquirimos y que llevamos a cabo no es siempre la mejor para los niños. El cuerpo de los niños aún se encuentra desprovisto de los condicionamientos que tenemos los adultos. Por ese motivo, se dejan llevar por sus biorritmos y comen según su reloj interno les marca.
Los requerimientos de la sociedad
Las necesidades productivas de la sociedad en la que vivimos nos han llevado a adoptar horarios que, en ocasiones, son poco naturales. Hemos adaptado la hora de las diferentes comidas que hacemos a lo largo del día al horario laboral. Los niños, sin embargo, no son conscientes de esas adaptaciones y son fieles a lo que sus cuerpos les indican.
Por lo tanto, la mejor manera de alimentar a los niños es respetando sus impulsos. Durante la lactancia, la mayoría de los expertos en salud infantil recomiendan que se alimente al niño a demanda. A partir de los seis meses, que es cuando se suele introducir la alimentación complementaria, los niños nos mostrarán la diferencia de horarios que tienen frente a los nuestros. Veamos cuáles son los horarios más habituales que los niños adoptan:
Desayuno
La mayoría de los niños querrán su desayuno bastante temprano. Algunos de ellos incluso antes de las 8 de la mañana. Esto es debido a que, si los niños se han ido a la cama a la hora que deberían, ya han pasado muchas horas desde que cenaron. Para hacernos una idea, los niños a partir de los 9 meses, y casi hasta que son adolescentes, necesitarán dormir aproximadamente 11 horas por la noche. Lógicamente después de todo esas horas los niños se levantarán temprano porque sienten hambre.
A media mañana
Al haber tomado el desayuno tan temprano los niños suelen sentir hambre de nuevo sobre las 10 de la mañana. Este será un buen momento para darles fruta si es que ya la toman.
Comida de mediodía
La comida central del día no debería de darse más tarde de las 12,30 horas. De esta manera el niño dormirá después una buena siesta que no interferirá con el sueño nocturno.
La merienda
La merienda de los niños nunca debería ser más tarde de las 16 horas. Si tomó su comida a las 12,30 podemos ver que han pasado unas cuantas horas sin que el niño coma. Por eso es mejor no retrasar la merienda más allá de esta hora.
La cena
Es muy importante que los niños no se vayan a la cama nada más cenar. Por este motivo, entre las 19.00 y las 20.00 es el mejor momento de darles la cena.
¿Cuánto tiempo debe durar cada comida?
Las comidas de los niños no debería de durar más de 40 minutos. En ese tiempo el niño ya habrá comido lo que necesita. Es muy importante, no obstante, no alimentar al niño con prisas ya que podríamos alterar su digestión. El pediatra Carlos Gonzalez nos ofrece pautas muy interesantes al respecto en su libro Mi niño no me come. Las investigaciones de este especialista en niños rompen muchos esquemas y son de gran ayuda para entender de una manera diferente la alimentación de los niños.
Beneficios de respetar los horarios de los niños
En algunas ocasiones a los padres les resulta difícil respetar los horarios de comidas de sus hijos. La vida que llevamos nos empuja a ir corriendo a todas partes. Hay días que no tenemos tiempo ni para comer de manera tranquila y, a veces, nos vemos obligado a transmitírselo a nuestros hijos. No obstante, deberíamos de evitar, en la medida de lo posible, alterar los horarios de los niños ya que mantener este equilibrio tiene muchos beneficios.
- A nivel físico
El sistema digestivo de los niños, cuando lleva un horario regular, se acostumbra a incrementar la producción de jugos gástricos a determinadas horas. Esta manera de funcionar supone un ahorro energético importante en el organismo del niño. El estómago, por lo tanto, solamente sentirá necesidad de trabajar a esas horas. Por este motivo, si los niños toman una comida nutritiva no tendrán después necesidad de picar entre horas y, mucho menos de tomar las chuches fuera de las comidas.
- A nivel intelectual
El hecho de respetar los horarios de comidas de los niños les estimulará en el futuro a ser metódicos en el resto de las tareas. Además, este respeto les hará entender la importancia de una actividad básica como es la alimentación.
No obstante, habrá días en los que, debido a celebraciones o circunstancias determinadas habrá que saltarse el horario habitual. Lo mejor que podemos hacer en estos casos es intentar disfrutar de la situación procurando que sea lo más excepcional posible. Intentaremos también que el desayuno siguiente a la celebración, o cambio de hora, vuelva a ser a la hora acostumbrada. De esta manera volveremos a la rutina rápidamente.
Paciencia y respeto a los ritmos de cada niño
Las pautas que hemos visto son orientativas. Cada niño es diferente y, sobre todo en los primeros meses, lo mejor que pueden hacer los padres es respetar sus ritmos hasta que se vaya regularizando. Esto requiere una buena dosis de paciencia y flexibilidad por parte de los adultos que tendrán que alterar sus costumbres en cierta medida.
A partir de los 6 meses, comenzará una etapa en la que, poco a poco, los horarios se irán estableciendo. En esta etapa, los padres no deben de olvidar que el principal alimento del bebé es la leche. Por ello, habrá que ir ofreciendole los distintos alimentos y, de nuevo, con mucha paciencia, ir esperando a que el niño se adapte a esta nueva etapa.
La comida tiene que ser un momento de placer, por lo tanto, es importante que evitemos la impaciencia y las reglas demasiado rígidas al principio.
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