La atención plena está asociada a la práctica del mindfulness (meditación). Aunque creamos que es una moda reciente de la que están surgiendo multitud de investigaciones, se trata de una habilidad y actitud mental ya desarrollada por la filosofía budista hace miles de años. Sus beneficios psicológicos no dejan de sorprendernos. Al ejercitar y desarrollar esta habilidad comprenderás por qué es tan importante. A continuación te desvelamos cómo funciona…
El objetivo de la atención plena no es otro que el de aprender a controlar y gestionar nuestra mente, para concentrarnos en nuestra experiencia. Mediante esta habilidad autorregulamos nuestra atención para mantenernos plenamente conscientes del momento presente, de lo que estamos vivenciando. ¿Y esto para qué nos sirve?, ¿qué nos aporta en nuestras vidas?, ¿cómo podemos practicar la atención plena? Estas y otras cuestiones son a las que iremos contestando…
Todos los seres humanos disponemos de esta capacidad mental a la que podríamos sacar mucho provecho para nuestro beneficio. Si actualmente se están haciendo multitud de investigaciones al respecto, es porque se ha comprobado que esta actitud mental influye en nuestra gestión de las emociones, en nuestro comportamiento y, en consecuencia, en nuestra salud tanto mental como física.
Aunque nos suene a algo sencillo, lo de prestar atención a nuestra experiencia y vivencias, en nuestro modo de vivir que hemos aprendido nos resulta bastante complicado incorporar esta actitud mental en nuestro día a día. Actualmente vivimos en el mundo de la información y la tecnología, los estímulos son constantes, y hemos acostumbrado a nuestra mente a que esté en muchas tareas a la vez. Con este frenético ritmo de vida que llevamos no es de extrañar que nuestra concentración se vea afectada, y no solo nuestra concentración, sino también el modo de atendernos.
¿En qué consiste la atención plena?
La atención plena puede suponer mucho más de lo que imaginas en cómo estás viviendo, ya que no solo consiste en ejercitar la concentración, también influye en la apertura mental, el modo de ver y valorar cada situación.
Constantemente sufrimos y nos preocupamos ante circunstancias que forman parte de nuestra existencia. Nos empeñamos en retener situaciones, momentos y emociones ya pasadas. Nos preocupamos y anticipamos el dolor de situaciones a las que tememos. Esto nos hace estar viviendo de una forma continua en nuestro pasado y futuro y ocurre que nos volvemos incapaces de atender a nuestra experiencia desde el presente.
La atención plena consiste en dirigir nuestro foco de atención hacia lo que nos interesa, para sacar el aprecio y el valor de esa experiencia que estamos vivenciando. Se trata de aprender a dirigir, estabilizar e incrementar el potencial de nuestra atención y, como consecuencia, obtendremos claridad mental, permitiéndonos ver más allá de cada persona, de cada situación y cada vivencia. Nuestro foco de atención se expande y no nos quedamos anclados en la estrechez de nuestros pensamientos. Las posibilidades y las perspectivas se amplían.
Para entenderlo mejor, podemos utilizar la metáfora del agua que se pudre cuando se estanca. Nuestros pensamientos también se pudren cuando no dejamos que fluyan, cuando nos empeñamos en traer los mismos pensamientos una y otra vez a nuestra mente (rumiación), generándonos sufrimiento e incluso trastornos del estado de ánimo como la depresión.
Cuando no controlamos nuestra atención ni nuestra concentración hacia lo que vivimos, esto supone que muchas veces ese flujo de pensamientos se estanque. La atención plena nos ayuda a salir de ese bucle para que no nos distraigamos con los pensamientos que nos impiden ver con transparencia y profundidad nuestras vivencias. Así conseguimos retirar la tierra sedimentada para ver el fondo y el contenido del estanque.
Practicar la atención plena
A estas alturas te estarás preguntando «¿cómo puedo practicar la atención plena?». Iniciarse en esta práctica implica sobre todo una disposición de compromiso contigo mismo. Existe su práctica formal, que es la que está reglada y hay que buscar un tiempo específico al día para realizarla. Y también la informal, que podemos practicarla en cualquier momento y cualquier lugar a lo largo de nuestro día.
Para comenzar te aconsejamos la formal, para que adquieras la disciplina que necesitas si quieres conseguir potenciar esta habilidad. Estas son las condiciones físicas apropiadas para que comiences a practicar la atención plena:
Lugar adecuado
Aunque cualquier sitio se puede convertir en un lugar adecuado, es importante que este lugar sea un sitio especial que tú elijas con cuidado. Un lugar en el que sepas que vas a poder ir siempre ahí, y te encuentres tranquilo y sin distracciones externas de ningún tipo. Un lugar reservado para ti, el cual puedes acomodarlo a tu gusto: con la luz que encuentres más cómoda, la decoración y el ambiente que te apetezca para relajarte, objetos simbólicos, velas, plantas… Un lugar que con mucho mimo lo adaptes a tu comodidad y gusto.
Procura en la medida de lo posible que este lugar esté alejado de ruidos y posibles interrupciones. El objetivo es que en ese sitio que has elegido, te encuentres lo más tranquilo y cómodo posible.
Elige tu momento
Practicar una o dos veces al día es lo aconsejable. ¿Cuándo hacerlo? Esos momentos del día los eliges tú: lo mismo prefieres por las mañanas al levantarte, que prefieres por las noches antes de ir a dormir. No existe nada reglado en cuanto a qué hora del día es la mejor. La más adecuada es la que tú decidas que te viene mejor a ti.
Para ello relfexiona: «¿en qué momento del día es cuando mejor me siento?». Evita que sean momentos en los que estás muy cansado y adormecido. Por ejemplo, no es aconsejable tras una copiosa comida, ni tampoco antes de acostarte si llegas a ese momento con mucho cansancio tras las tareas diarias. Piensa que esta práctica no es para favorecer el sueño, sino más bien para despertar, enfocando toda tu energía a la atención plena.
Este momento que escojas, procura que sea el que utilices cada día, para que te resulte más sencillo adquirir esta disciplina diaria.
Postura cómoda
Procura utilizar una postura estable, en la que puedas permanecer durante un largo tiempo sin que te canses o te cause molestias. El propósito de una postura adecuada es que te alejes de la incomodidad y disminuyas tus tensiones musculares. Esto provoca que puedas liberarte de las incomodidades que te genera tu cuerpo lo antes posible para que no te distraigas de la atención plena.
Si no estás familiarizado con las posturas del yoga o la meditación, prueba con varias posturas hasta que encuentres la más cómoda y adecuada para ti.
Temporizador
Si te estás iniciando con la atención plena es recomendable que uses un temporizador, para que cuando llegue el tiempo que se haya elegido (15, 20 o 30 minutos) puedas saberlo. Esto hace que te despreocupes del tiempo y no te desconcentres pensando en cuánto quedará, o si ya has rebasado el que te habías propuesto.
Las personas que están acostumbradas a esta práctica pueden prescindir de esto, pero para los principiantes es totalmente recomendable que se marquen un tiempo y se despreocupen.
Estas son las condiciones más importantes a tener en cuenta para que comiences ya mismo a practicar la atención plena. Pero, además, también puedes contar con la ayuda de la app Siente – que puedes descargarte aquí – y que puede ser una gran aliada a la hora de aprender a controlar tu mente. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar, reducir el estrés y, de paso, ser más feliz.
Pero, además, Siente es solo una de las metodologías del método Crear Salud. Debemos ser conscientes de que para disfrutar de un bienestar pleno no basta solo con cuidarnos por dentro, sino que también necesitamos nutrirnos adecuadamente y activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral.
Es un camino milenario. Y tremendamente beneficioso. No hay más que probarlo unas semanas y notar los cambios.