La ansiedad está considerada uno de los males del siglo XXI. En una vida que no para, nuestro cuerpo reacciona de formas inesperadas, y algo que podría ser positivo se convierte en una de tus peores pesadillas. La ansiedad puede trasformar tu vida por completo si no la detectas a tiempo y con eficacia. Puede modificarlo todo de tal modo que, cuando quieras darte cuenta, el miedo parecerá haberse apoderado de todo a tu alrededor.
¿Qué es la ansiedad? ¿Qué es una crisis de ansiedad?
Antes de tener una crisis de ansiedad, el cuerpo nos habrá enviado múltiples avisos que nos intentarán alertar de que algo está pasando en nosotros y debemos prestarle atención. Normalmente, estas señales pasan desapercibidas y no les damos importancia. Se funden en la marea diaria de cosas que hacer y, en vez de pararnos y analizarnos, pasamos a otra cosa «más importante».
La ansiedad es una respuesta de nuestro cuerpo a una situación de peligro. La ansiedad no es un modo de vivir, es «dolorosa» y debemos aprender a controlarla antes de que ella nos controle a nosotros.
Antiguamente, en la prehistoria, la ansiedad no era negativa, sino positiva para la supervivencia del hombre. Es una reacción prehistórica a una situación de peligro y hace que nos pongamos en alerta. Esto es muy útil si, por ejemplo, tienes que luchar contra un depredador. Ante esta situación, la ansiedad nos prepara para dos cosas: huir o enfrentarnos a la situación de peligro. Es, en definitiva, la respuesta y la ayuda que necesitamos para enfrentarnos al miedo.
Síntomas de la ansiedad
Ante una situación de peligro, el cuerpo manda al cerebro unas señales para poder enfrentarse a él. Estas señales se convierten en los síntomas de la ansiedad, que son los siguientes:
Síntomas físicos:
1. El corazón se acelera: para poder correr o luchar el cerebro manda al cerebro la orden de que el corazón bombee sangre mucho más rápido. Por ello, uno de los síntomas más reconocibles de la ansiedad es que el corazón se acelera produciendo taquicardias, palpitaciones y opresión en el pecho.
2. Sensación de ahogo: como el corazón bombea más sangre uno de los síntomas estrella de la ansiedad es la sensación de ahogo. Como si no pudiéramos respirar bien, la respiración se entrecorta y no nos llega suficiente aire, por lo que se suelen producir mareos y dolores de cabeza.
3. Tensión muscular: la tensión muscular produce el temblor en el cuerpo que, sobre todo, sentimos en las manos a la hora de querer coger algo como un papel si estamos haciendo una exposición oral.
4. Problemas digestivos: es muy común tener molestias digestivas cuando se tiene ansiedad, aunque a veces no las identificamos como síntomas de ansiedad y pensamos que solo son problemas digestivos aislados que no tienen que ver con los estados nerviosos. La pérdida o el aumento del apetito, las náuseas, la diarrea o el estreñimiento, el ardor de estómago o las malas digestiones. Sensación continua de nudo en el estómago.
5. Enrojecimiento facial: puede parecer una tontería pero es un síntoma muy molesto e inhabilitador que puede producir problemas sociales. El enrojecimiento facial se puede dar de forma uniforme en las mejillas o la cara o se puede producir en forma de manchas en cara, cuello y escote.
6. Alteraciones del sueño: dormir mucho o no dormir.
Síntomas psicológicos:
1. Estado de alerta o hipervigilancia: este estado nos mantiene en tensión y hace que sea imposible relajarse, porque siempre tenemos miedo a algo y, de hecho, estamos vigilando más de lo normal por lo que vemos peligro en todas partes.
2. Confusión y despersonalización.
3. Irritabilidad y cambios de humor repentinos.
4. Problemas de memoria y episodios de quedarse en blanco.
5. Dificultad para tomar decisiones.
Normalmente, si no prestamos atención a estos síntomas algún día sufriremos una crisis de ansiedad. Un episodio que a veces no reconocemos y confundimos con otras dolencias físicas.
Las crisis de ansiedad son episodios en los que nos quedamos en blanco, sin respiración y podemos llegar a sufrir mareos y desvanecimientos. Muchas personas las describen como algo horrible y dicen haber tenido el pensamiento de que van a morir. Afortunadamente, una crisis de ansiedad no dura más de 30 minutos y tenemos una muy buena noticia para ti: puedes controlarla.
Métodos que controlan la ansiedad
Los métodos de relajación, los ejercicios de atención plena, la meditación, el control de la respiración y la psicología positiva son herramientas que ayudan a controlar la ansiedad manteniendo las crisis a raya y ayudándote a aprender y a identificar los síntomas. No dejes que la ansiedad y el miedo te controlen y lleven las riendas de tu vida. Controla tú la situación y renace.
El control de la respiración es importante para volver a coger las riendas de ti mismo. Es algo indispensable en los ejercicios de mindfulness y la meditación. Si controlas tu respiración, tienes el control de tu cuerpo.
La respiración consciente te devuelve al momento presente y te hace dejar de huir. Los beneficios de la meditación son infinitos. Meditar hace que tomemos conciencia, integremos lo que nos pasa y lo que somos y aprendamos a controlarnos.
Pensar en el momento presente, en el ahora, nos hace dejar de preocuparnos para empezar a ocuparnos de lo que sucede en realidad a nuestro alrededor. Porque en realidad el miedo nos hace vivir en otro lugar, en un lugar que no existe todavía y que nos hace perder el control. Tenemos miedo a algo que no ha sucedido y que, probablemente, no sucederá.
Debemos entender lo que nos pasa y escucharnos. ¿A qué tenemos miedo? ¿Por qué se desencadena en nosotros la ansiedad?
Una vez que sepa lo que me pasa, ya no tendré tanto miedo. Una vez que identifico mis síntomas, identifico mis miedos y les pongo nombre, podré encontrar una solución efectiva. El miedo no es grande, se hace pequeño si lo nombro. Y si sé que está, puedo aprender a controlarlo.
¡Sal del miedo y empieza a vivir una vida sin ansiedad!
Y RECUERDA: la base para disfrutar de una buena salud está muchas veces en cambiar nuestros hábitos, y en ello puede ayudarte el método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente, activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral y cuidar de nuestro ‘yo’ interior.
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