El consumo de carne está directamente relacionado con el proceso de hominización, y recientemente hubo estudios que sugerían la relación entre el aumento de la capacidad craneal y este factor. Ahora bien, hoy nos encontramos con una situación en la que prima el exceso en las sociedades desarrolladas, hasta el punto de plantearnos si realmente es saludable tanta carne.

Has de saber que, en octubre de 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacía público un informe en el que sugería la relación de determinados tumores con un consumo elevado de carnes rojas o procesadas. Aunque las cifras son mucho más modestas que las que provoca el tabaco, el alcohol o la contaminación atmosférica, no dejan de ser significativas.

Ahora bien, ¿realmente es malo comer carne roja? En este artículo te damos más detalles sobre el informe y qué podemos concluir de su lectura.

Fuente: Pixabay/webandi

Un exceso de carne roja es perjudicial para la salud

Ya en 2002 la OMS realizó un estudio en el que concluía que era necesario moderar el consumo de carne roja. Aunque comprenderás que, dependiendo del organismo, las cantidades recomendables variarán, sí sugirieron un límite ideal de 300 gramos a la semana.

El estudio de 2015 da una vuelta de tuerca y ya se atreve a hablar de relación causa-efecto en el consumo de carne roja y de evidencia en el caso de las carnes procesadas. Para que lo puedas entender mejor, en la nomenclatura que utiliza la OMS, la carne procesada está clasificada en el mismo nivel de toxicidad que el tabaco o el alcohol.


En términos relativos, se calcula que un exceso de 100 gramos de consumo de carne roja incrementaría en un 17 % las posibilidades de padecer cáncer colorrectal. En el caso de la carne procesada, 50 gramos más de consumo incrementan en un 18 % esta probabilidad.

También has de saber que, si tienes la misma materia prima, existen formas más o menos tóxicas de cocinarla. Por ejemplo, las barbacoas o sartenes tienen más probabilidades de generar compuestos químicos potencialmente cancerígenos, pero no se han encontrado evidencias concluyentes. Además, si bien la cocción es menos peligrosa, también tiene la contrapartida de eliminar determinados nutrientes si dura demasiado tiempo.

Vamos a analizar, por separado, cuál es el criterio que ha determinado la OMS para la carne roja y para las carnes procesadas.

Fuente: Pixabay/tomwieden

Carne roja

La carne roja se ha clasificado en el grupo A2, lo que significa que es probablemente cancerígeno para los seres humanos. Sin embargo, hasta la fecha solo hay asociaciones entre personas que han tenido una dieta rica en carnes rojas y una mayor incidencia de determinados tumores, sin que podamos decir que hay una relación causa-efecto. Por esta razón, conviene tomar estos datos con precaución

Las asociaciones con el desarrollo de cáncer se dan en la tipología colorrectal, de páncreas y de próstata. De todas formas, existen posibilidades de que estos estudios tengan un sesgo, por lo que aún no son definitivos y es posible que se revisen.

Carne procesada

La carne procesada es aquella que ha sido sometida a un proceso de curado o fabricación industrial. Entrarían todo tipo de embutidos y salchichas, para que te hagas una idea. En este caso, sí se indica que hay una evidencia probada de que un consumo elevado de estos alimentos está directamente relacionado con el desarrollo de determinados tumores. Concretamente, se ubica en el Grupo I, cancerígeno para los seres humanos.

La evidencia se aplica para el cáncer colorrectal, aunque también se ha sugerido una relación con el cáncer de estómago, aún sin probar. Para que te hagas una idea, 34.000 personas mueren al año por tumores relacionados directamente con la ingesta de carne procesada.

Fuente: Pixabay/683440

¿Qué podemos hacer al respecto?

En primer lugar, es importante que tengas en cuenta que la carne nos proporciona determinados nutrientes y que las alternativas vegetarianas, si bien son interesantes, aún se tienen que perfeccionar. El elemento más importante con que cuenta la carne es la proteína, que está en pequeñas cantidades en las legumbres y que sí es abundante en la soja. La carne también posee diversos minerales, en especial cuando se come fresca. También hay que destacar las grasas y, en menor medida, las vitaminas.

Si tienes la intención de seguir comiendo carne, una alternativa es variar las fuentes y priorizar el consumo de carne blanca, como puede ser el pollo y el conejo. En ambos casos, incorporarás la proteína que necesitas y, por el momento, no hay ninguna constancia de que su consumo sea potencialmente cancerígeno.

Si en cambio quieres seguir una dieta vegetariana, existen dos opciones. El régimen ovolácteo te permitirá incorporar proteínas de origen animal sin ningún problema y no tendrás que recurrir a la carne. El régimen vegano requiere de más disciplina por tu parte porque, si bien existen proteínas vegetales, estas no están en la misma proporción y quizás tengas que buscar complementos.

Quizás el mejor consejo es tener en cuenta estos datos y seguir una dieta más saludable. Sí es bueno que reduzcas el consumo de carne procesada en cualquier formato, mientras que, en las carnes rojas, lo recomendable es que lo moderes.

Conclusión

Es cierto que en las sociedades occidentales hay un consumo excesivo de carne y que, quizás, es el momento de replantearnos si realmente es necesario que comamos tanta. Los estudios de la OMS introducen un elemento que en ningún caso hay que desdeñar, pero sí relativizar para darles la importancia que realmente tienen.

A fin de cuentas, la organización considera que a causa del tabaco mueren 1 millón de personas cada año, por el alcohol 600.000, por la contaminación atmosférica 200.000 y, por un consumo excesivo de carne roja, 50.000. Todo esto, suponiendo que la carne roja fuese efectivamente cancerígena, aspecto del que no hay evidencias suficientes aún, excepto en las carnes procesadas.

De todas formas, sí es importante introducir hábitos saludables en nuestra dieta y quizás este estudio sirve para que tomemos consciencia de lo que comemos. Gracias a ello, e introduciendo determinadas pautas, ganaremos en salud.

Y RECUERDA: la base para disfrutar de una buena salud está muchas veces en cambiar nuestros hábitos, y en ello puede ayudarte el método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente, activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral y cuidar de nuestro ‘yo’ interior.

Así, para esto último te proponemos la app Siente – que puedes descargarte aquí – que te ayudará a establecer un estilo de vida más saludable. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar, reducir el estrés y, de paso, ser más feliz.


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