Alimentarse y nutrirse son dos cosas diferentes, aunque muy relacionadas. Para nutrirnos necesitamos un conocimiento sobre los alimentos y una disciplina mental, emocional y corporal para llevar a cabo una dieta determinada.

En muchas ocasiones, nos damos cuenta de que algo falla en nuestra alimentación. Frecuentemente porque tengamos algún problema de salud y el médico nos haya hecho tomar conciencia al respecto.

¿Por qué tener una disciplina nutricional?

Cualquier cosa que queramos conseguir requiere de esfuerzo. La disciplina nos ayuda a actuar de forma ordenada, a adquirir un hábito que forme parte de nuestra vida y con el que podamos perseverar en nuestro propósito.

Habitualmente relacionamos la disciplina como algo impuesto, serio, riguroso y aburrido, incluso molesto. Sin embargo, no tiene por qué ser así.

Cuando encontramos la motivación suficiente para poder llevar a cabo un plan que nos ayude a conseguir nuestros propósitos, la disciplina se vuelve un alegre juego que nos gusta repetir constantemente.

En nutrición sucede lo mismo. Necesitamos una estrategia que nos motive y oriente para que podamos conseguir el objetivo trazado.

El asesoramiento de un nutricionista establece los menús adecuados para nuestras características físicas y circunstancias concretas.

Pero si nos falta:

– Motivación o fuerza de voluntad.

– Creer que no tenemos tiempo para cocinar o hacer la compra.

– El estrés nos supera en ese momento.

Tal vez necesitemos una ayuda extra para poder llevar a cabo una dieta equilibrada con éxito.

Cambiar de hábitos no es fácil, porque nos aferramos a los que ya tenemos sin darnos cuenta.

Necesidad de entrenamiento

La disciplina nutricional nos va a facilitar las herramientas psicológicas y dietéticas para poder cambiar nuestros hábitos de alimentación.

Para poder cambiar de hábitos necesitamos saber cuáles son perjudiciales y cuáles son saludables. Además también tenemos que explorar dentro de nosotros para descubrir nuestras costumbres mecánicas, ya que los hábitos se llevan a cabo sin que nos percatemos de ello.

Por ejemplo, si tenemos la costumbre de acompañar las comidas con pan, de forma automática nos vamos a pasar por la panadería a comprarlo. Tendremos que hacer un esfuerzo si, por algún motivo, no vamos a hacerlo.

Hace falta paciencia, constancia y perseverancia para conseguir un cambio. No hay varitas mágicas ni fórmulas inmediatas. Al menos, para la salud no. El cuerpo y la mente han requerido un tiempo para adquirir los hábitos de alimentación que tenemos.

De la misma forma, también se requiere un tiempo para cambiarlos cuando nos perjudican. Además, el entorno social y cultural en que vivamos, va a influir muchísimo sobre nuestras posibilidades. Es decir, si tu entorno no sintoniza con tus deseos de cambio, vas a necesitar mucha más fuerza de voluntad y motivación para lograr el objetivo que te hayas propuesto.

¿Sirve de algo el apoyo?

Los seres humanos somos seres sociales, necesitamos comunicar, expresarnos y compartir con otros lo que nos importa. No solamente compartimos los buenos momentos, sino también aquellas experiencias que resultan más difíciles de digerir y que han dejado alguna herida.

Todas nuestra relaciones influyen en nuestro carácter y forma de pensar, ya sea positiva o negativamente. Aunque estemos o nos sintamos solos, nunca estamos aislados del todo. Y tampoco sería conveniente, ya que muy pocas personas son capaces de soportar un estado de aislamiento sin enfermarse.

Cuando compartimos nuestras experiencias con otros transmitimos una información y, a la vez, recibimos el retorno de esa información. Es decir, lo que otros pueden aportarnos.

El resultado es que nos sentimos apoyados en las metas que pretendemos y las estrategias que planteamos. Compartir también puede servir para modificar esas estrategias, ya que podemos considerar las experiencias de los demás.

Siempre es bueno ver las cosas desde diferentes perspectivas, que pueden complementar la nuestra.

La consecuencia de apoyarse mutuamente es un impulso a esa motivación, un empuje a nuestra voluntad, además de estrategias diferentes y complementarias con la nuestra.

Consejos prácticos

– ¿Qué quieres conseguir con tu alimentación? Algunas personas quieren bajar de peso, pero otras conseguir más energía o mejorar la salud.

– ¿Te comparas con alguien concreto para seguir un tipo de alimentación? Es importante que seas consciente de la influencia que pueden ejercer otras personas sobre ti. Ya sean celebridades que vemos por televisión, la publicidad, familiares o amigos. Independientemente de tu propósito, acéptate como eres. Serás más feliz en todos los aspectos.

– Conócete a fondo, tu complexión corporal, estado de salud y necesidades energéticas. No vas a requerir la misma energía a los 15 años que a los 40 o a los 60. Además, cada persona es un mundo y si tienes algún problema de salud, tienes que adaptar tu alimentación.

Conoce también tu carácter y temperamento, tu actitud y forma de afrontar las diversas situaciones de la vida. Para alcanzar el éxito en cualquier meta que te plantees, este aspecto es fundamental. Precisamente, podrás o no podrás en base a lo que pienses, sientas y creas.

– ¿Qué te limita para conseguir aquello que quieres? ¿Qué te bloquea emocional y mentalmente? Son todos los «no puedo» que tienes grabados en tu interior. A medida que los reconozcas, los podrás ir transformando en «sí puedo» o «sí he podido».

– Efectúa los cambios poco a poco, tu organismo tiene que acostumbrarse a la nueva alimentación. Los cambios bruscos y rápidos producen un efecto rebote que desmotiva y suele ser difícil de recuperar.

– Enfócate en cambiar solo una cosa. No quieras realizar muchos cambios a la vez, tal vez el objetivo sea demasiado grande y te supere. Es mejor ir poco a poco.

– Si tienes alguna adicción alimentaria que te perjudica, sustituye ese alimento por otro similar, pero más sano. Ejemplo: bollería industrial por frutas desecadas, bebidas gaseosas por zumos.

– Que tu comida sea variada, llena de colores y sabores diferentes.

– Disminuye los productos de origen animal y aumenta los vegetales. Eso asegurará una aportación adecuada de vitaminas, fibra y minerales.

– En vez de carne o pescado, prueba las legumbres, son ricas en proteínas y fibra.

– Come despacio y disfruta lentamente. Así contrarrestas el estrés y te saciarás antes. Por lo que necesitarás menos cantidad de alimentos.

– Comparte tus experiencias con los demás. Tal vez les sirva de ayuda, igual que a ti pueden ayudarte las experiencias de otros.

RECUERDA: la base para disfrutar de una buena salud está muchas veces en cambiar nuestros hábitos, tal y como propone el método Crear Salud. Necesitamos nutrirnos adecuadamente y activarnos haciendo cosas que aporten a nuestro bienestar integral. 

Además, para cuidar nuestra mente, existen herramientas como la app Siente – que puedes descargarte aquí  que pueden ser grandes aliadas en tu camino a una vida saludable. Su metodología es sencilla de usar, pues incluye el mindfulness y la psicología positiva para mejorar tu bienestar, reducir el estrés y, de paso, ser más feliz.

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