Arrastras un dolor agudo de espalda desde hace meses. Has deambulado sin éxito por varias consultas y exámenes médicos. Todo ello ha resultado infructuoso: no se aprecia lesión alguna y, aparentemente, todo está correcto. Pero el dolor, inexplicablemente, no desaparece.

 

Fuente: Pixabay/StockSnap

¿Sabías que tus emociones pueden ser las responsables de ciertas dolencias físicas?

El cuerpo humano es un organismo conjunto e indivisible. Estructuralmente, nuestras funciones están coordinadas y son complementarias. Actúan como un equipo y con un mismo objetivo.

Cuando nos aqueja un dolor inexplicable desde un punto de vista médico, puede que nos encontremos ante un conflicto no resuelto, tensiones excesivas o situaciones emocionales demasiado exigentes.

La doctora Susanne Babbel, licenciada en psicología y experta en traumas, depresión y la relación existente entre ellos, afirma que la causa de un dolor crónico no solo puede encontrarse en una lesión física, sino también en un dolor emocional, como el relacionado con el estrés y los conflictos afectivos no resueltos.

¿Qué función desempeña el dolor?

Nuestro cerebro es una máquina perfecta que procesa información y toma decisiones en consecuencia. Es el que actúa frente a señales y estímulos. Pero ¿por qué hablamos del cerebro? Sencillo: porque el dolor surge a partir de él. Es nuestro cerebro el que recibe la señal (dolor, frío, calor…) y decide si actuar o no y en qué medida o proporción (inflamación, fiebre, dolor…).

Pero el cerebro no es un órgano infalible. Nuestro miembro más evolucionado sufre tropiezos, mete la pata y puede sospechar que estamos sanos, existiendo enfermedad; o, al contrario, aparentar enfermedad sin que exista una agresión real a nuestro organismo.

Por ello, el dolor nos advierte de que padecemos algún mal. Lo que sucede es que esa dolencia, en ciertas ocasiones, no es algo físico o tangible. Más a menudo de lo que creemos, el dolor nos advierte de que es necesario un trabajo emocional para sanar.

El dolor físico como consecuencia de conflictos emocionales no resueltos

Todos hemos escuchado, en mas de una ocasión, alguna de estas frases: «tengo el estómago cerrado por los nervios»; «con tanta preocupación, el corazón me late a mil por hora»; «se me va a salir el corazón por la boca»…

 

Fuente: pixabay/pixel2013

 

Cada vez más expertos señalan que el hecho de no gestionar convenientemente las emociones, no prestarles una atención adecuada, repercute directamente sobre nuestra salud. Las emociones gritarán más y más alto hasta que les prestemos atención y hagamos algo al respecto. Si es necesario, lo harán en forma de dolor físico, que no cesará hasta resolver el origen. Puede que detrás de un dolor sin causa aparente se encuentre una tremenda sordera emocional por no gestionar las emociones correctamente.


Dolores emocionales y sus causas más probables

Dolor de espalda: es consecuencia del peso de la responsabilidad sobre nosotros. El trabajo, los niños, la economía doméstica… Te cuesta delegar, todo debe pasar por ti y necesitas experimentar la sensación de control. Eres fuerte y responsable y muestras decisión, aplomo y seriedad, pero ¿a qué precio? Con frecuencia, ciertas cargas son difíciles de acarrear sin ayuda.

Dolor de cabeza: reprimes opiniones o sentimientos con la loable intención de no dañar a nadie. Acatas órdenes que no compartes, piensas demasiado, te impones metas complicadas de alcanzar… Tu cabeza bulle de un modo descontrolado, percibes que tu mente trabaja sin descanso y sientes que la sensación de colapso te pisa los talones.

Ese dolor intenso te advierte de que debes dejar de procurar ser quien no eres, tomar el control de tu vida y dejar de vivirla por y para los demás. Tu cabeza te lo agradecerá, con toda seguridad.

Dolor de estómago: te cuesta digerir ciertas situaciones, pues eres una persona rígida a la que no le gusta improvisar y le cuesta aceptar pensamientos o comportamientos distintos a los que tiene en mente. No suelen gustarte demasiado los cambios, ya que la improvisación te resta seguridad en lo conocido. Acostumbras a hacer montañas de un simple granito de arena.

Si te identificas con lo anterior, es posible que tu estómago agradezca que aceptes que existen tantas realidades como personas. Que te aceptes sin juzgarte demasiado y aceptes al resto, dado que nadie está en posesión de la verdad absoluta. Relájate, relaciónate y disfruta del viaje. No quieras controlarlo todo ni mantengas grandes expectativas acerca de los demás o lo que debe suceder. Vive la realidad y amplía tu visión.

Dolor de cuello: tienes poca tolerancia a la incertidumbre y te preocupas demasiado por el futuro. Sueles vivir en un estado de miedo y preocupación casi permanentes y, para colmo de males, no tienes facilidad a la hora de expresar tus emociones como te gustaría. Quizá, incluso, tus juicios acerca de tu persona son excesivamente severos y te cuesta perdonarte por hechos que sucedieron hace una vida.

Necesitas una amnistía general: disculpar hacia adentro y afuera, a los demás y a ti, puesto que es el único camino para poder avanzar. No te calles lo que te preocupa, ya que los problemas compartidos pesan menos y son más llevaderos.

 

Fuente: Pixabay/geralt

La psicología positiva y meditación son aliadas

Para rebajar la ansiedad, las preocupaciones y el estrés, cada vez más expertos aconsejan practicar la meditación y recurrir a la psicología positiva.

Las emociones positivas, la felicidad y la salud nacen de una correcta actitud ante la vida y nuestro modo de vivirla.

Gozaremos de una mejor salud y mayor calidad de vida si:

  • Experimentamos relaciones sociales saludables, huyendo de todo vínculo tóxico.
  • Expresamos gratitud y aprendemos a saborear los pequeños placeres cotidianos.
  • Practicamos la humildad, generosidad y amistad.
  • Tomamos una actitud positiva y huimos del cinismo, de la insolencia, de la arrogancia y del enfrentamiento.

Por otro lado, la práctica habitual de la meditación estimulará nuestra autocuración, reforzará nuestro sentimiento de felicidad y estimulará nuestro sistema nervioso. A través del descanso mental, conseguiremos aumentar nuestra sensación de calma y ahuyentar el estrés anímico.

Una actitud positiva ante la vida y un correcto uso de las herramientas de control emocional y descanso mental favorecerán la disminución de nuestra angustia y contribuirán a que esos dolores físicos terminen por desaparecer.

Y en esto te puede ayudar el método Crear Salud, llevando los beneficios de la atención plena y la meditación a tu día a día. Además, en este método también fomentamos y aconsejamos sobre una correcta nutrición y una vida más activa.

Descárgate la app Siente aquí puedes hacerlo- y empieza a disfrutar de los beneficios del mindfulness y la Psicología Positiva. A partir de una metodología muy sencilla, emprenderás el camino para mejorar tu bienestar y acercarte a una vida más feliz.

 


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