Para diferenciar entre una simple intranquilidad y desbarajuste de una hiperactividad y carencia de atención (TDAH) tenemos que entender el origen del TDAH, cómo se desarrolla, cómo podemos reconocerlo y las habilidades de actuación que son más efectivas. Se trata de un trastorno neurobiológico que es crónico, con características evolutivas que puede transmitirse genéticamente, llegando a afectar a un 10 % de los niños y adultos en un 60 % de las situaciones.

Es característico debido a la dificultad que tienen estas personas que lo padecen para concentrarse a la hora de realizar cualquier tipo de actividad, ya sean actividades académicas como tareas cotidianas unidas también a la carencia de control de los impulsos.

 

 

Muchas personas mantienen que este trastorno suele aparecer en los niños en la etapa de preescolar. Las señales de la aparición de esta enfermedad son objetivas. Además, los síntomas pueden aparecer de diferente forma dependiendo de la edad de la persona, desarrollándose tanto en casa o cualquier tipo de ambiente. Este trastorno lo pueden llegar a padecer desde niños, adolescentes y adultos de diversas índoles sociales y culturales.

Se mantiene que la causa de la aparición de este trastorno se debe a un fallo en la evolución de los circuitos del cerebro en los que se amparan la inhibición y autocontrol, competencias esenciales para poder llevar a cabo cualquier tarea.


Diferentes patrones del TDAH

Este trastorno se encuentra dividido en tres patrones según las características esenciales que se relacionan con el desorden:

1. Falta de atención

Si se presentan siete síntomas de atención durante 6 meses, pero menos de este número en el hiperactivo-compulsivo.

2. Hiperactivo-impulsivo.

Si se presentan por lo menos cerca de siete síntomas hiperactivos-compulsivos, pero menos de estos mismos en el ámbito de la atención durante 6 meses.

3. Combinado.

Si durante 6 meses se presentan signos de falta de atención e hiperactividad-impulsividad.

Los síntomas pueden presentarse de manera conjunta o por partes.

 

¿Cuáles son las manifestaciones más características de este trastorno?

Los rasgos más habituales de esta enfermedad están vinculados con las siguientes conductas:

1. Su actividad cinética les puede llevar a levantarse continuamente de la silla, hablar con los compañeros o hacer ruido. Esto ocasiona que el profesor, por ejemplo, se vea interrumpido.

2. Como tienen una gran dificultad para concentrarse y se distraen fácilmente, las tareas del colegio les llevan más tiempo hacerlas y pueden llegan a tener un rendimiento muy bajo. El bajo rendimiento también puede estar relacionado con tener una mala memoria secuencial, lo que produce un aprendizaje dificultoso tanto en matemáticas como en la lectura y escritura.

3. La impulsividad puede llevarles a un ansia de querer terminar rápidamente las tareas que tienen que hacer, provocando la aparición de determinados errores ya sea eliminando sílabas y palabras cuando realicen una lectura o escriban, e incluso llegar a confundir unas palabras con otras.

A estas características se les debe sumar otro factor, que es la frustración. Este factor puede aflorar porque no terminan las tareas al mismo ritmo que sus compañeros, por las continuas quejas de los profesores, la exclusión de sus compañeros, lo que en diferentes ocasiones les lleva a explotar con enfados y rabieta, dejándose ver ante los demás como personas que no tienen autocontrol.

Como consecuencia, pueden ser personas que llegan a tener una baja autoestima de sí mismos. Por ello, da lugar a la aparición de otras enfermedades como son la ansiedad y la depresión, el trastorno de la conducta, es decir, cualquier modelo de conducta disfuncional puede aparecer si no se detecta a tiempo.

¿Cuáles son sus tratamientos?

Los tratamientos que más se utilizan actualmente son medicamentos y la terapia conductual, pero los dos tienen sus limitaciones. Los fármacos solo cumplen su función a corto plazo, haciendo posible la aparición de efectos secundarios. La terapia conductual va destinada a los padres, aunque es bastante difícil de seguir dado que los padres también pueden presentar síntomas de este trastorno.

Los dos tratamientos necesitan un control externo y los niños van creciendo sin ningún tipo de estrategia de autocontrol. Asimismo, el empleo de castigos en exceso provoca una ruptura de la relación entre padres y niños y un alto nivel de estrés en los progenitores. Esto hace que se vaya en la búsqueda de tratamientos alternativos o que sirvan de complemento a la medicación, centrándose en déficits principales de los niños como son la inatención y la impulsividad.

Un tratamiento de TDH que es considerado alternativo es la práctica del mindfulness. Diversos estudios aseguran que los padres que practican este tipo de meditación llegan a mejorar la relación con los hijos y aumenta la satisfacción de ser padres.

 

 

También, cabe destacar que los adultos que llevan a cabo esta práctica mejoran el procesamiento de la atención y, aquellas personas adultas que tienen experiencia en la meditación, presentan una mejoría a la hora de concentrarse y de inhibir las respuestas automáticas en comparación con personas que no practican la meditación.

Sin embargo, también existe la hiperactividad en adultos. Se trata de una condición que se caracteriza por la inestabilidad en la propia regulación y control de uno mismo, es decir, provoca una falta de control en la atención e inestabilidad. Es un problema a la hora de controlar la atención y mantenerla en un punto determinado, desatendiendo distracciones y volver a la actividad después de las interrupciones. A continuación, presentamos dos ejemplos de ejercicios para la autorregulación:

1. Regular la atención

Para practicar la atención plena debes prestar mucho cuidado en la atención y dirigirla al momento presente. Esto fortalece tu propia capacidad para saber dónde está tu atención, ayudándote a darte cuenta de cuándo tu atención está despistada u ocupada en otros pensamientos. El entendimiento del contenido de tu mente te dará la oportunidad de concentrarte en el presente.

2. Regular la emoción

Cuando traes la atención a un momento presente, teniendo en cuenta tus sensaciones corporales mientras tienes una emoción, te ayuda a analizar la reacción emocional desde otro punto de vista.

Estos ejercicios van evolucionando con la práctica, pero requieren constancia para así poder obtener buenos resultados.

Así, para ayudarte a practicar el mindfulness y la meditación puedes contar con la ayuda de la app Siente, – que puedes descargar aquí – . A través de meditaciones guiadas y ejercicios de psicología positiva podrás mejorar tu bienestar, trabajar la atención y, en definitiva, ser feliz.

La metodología Siente forma parte del método Crear Salud, que te ayudará a establecer nuevos hábitos en tu día a día, no solo para que empieces a meditar, sino para aprender a nutrirte adecuadamente y llevar una vida activa.

 


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