La confianza y seguridad en uno mismo es algo que va adquiriéndose con el tiempo, ya que requiere de constancia e implicación. Es importante disponer de estas fortalezas ya que van a ser las que nos motiven a seguir el camino que más nos ilusiona, y a emprender aquellos proyectos que requieren de un gran esfuerzo. Tener seguridad en nosotros mismos nos da el impulso que necesitamos para llevar a cabo todo aquello que a priori parece toda una hazaña. Conocer las causas que nos llevan a perder nuestra seguridad nos ayuda a enfocarnos en la solución para recuperarla.

La sensación de confiar en nuestras propias capacidades es algo fundamental para desarrollarnos a lo largo de la vida. Nos atrevemos a explorar nuevas experiencias gracias a la seguridad que tengamos en nosotros mismos. Cuando esa seguridad se va perdiendo, nos sentimos más débiles, desprotegidos e indefensos para avanzar y seguir nuestros propósitos, ya que nosotros mismos nos enviamos el mensaje de que volveremos a fracasar.

 

 

Pero ¿qué tipo de situaciones y circunstancias son las que nos hacen perder la seguridad en uno mismo? Las experiencias previas de nuestra infancia, sin duda, tienen mucha relevancia en cómo hemos ido construyendo nuestra seguridad. Si nuestros cuidadores o padres han ido reforzando nuestra valía y han confiado en nuestras capacidades, nosotros habremos adquirido esa fortaleza. Sin embargo, cuando hemos tenido una infancia en la que nos han dicho todo lo que estaba mal pero no nos han indicado lo que hacíamos bien, ni han resaltado nuestras habilidades y capacidades, tendemos a centrarnos en lo que hacemos mal, sin dar importancia a lo que nos sale bien.

reparaYa en la edad adulta, adquirimos hábitos y conductas ante las circunstancias que se nos presentan que nos hacen ir perdiendo cada vez más seguridad en nosotros mismos. Tomar consciencia de esto es el principal paso que hay que dar para parar ese ciclo de desvalorización, que además afecta a nuestra autoestima, al modo en cómo nos relacionamos con los demás, y a cómo nos enfrentamos ante las adversidades. Conozcamos las causas de este ciclo con más detalle para poder pararlo y darle otro sentido que sea el que nos haga ganar seguridad en nosotros mismos.

Criticarnos y juzgarnos en vez de comprendernos

Esta, sin duda, es una de las causas más comunes por las que vamos perdiendo confianza en nosotros mismos. A lo largo del día son muchas las situaciones por las que pasamos, errores que cometemos, cosas que se nos dan mejor y otras peor. Lo importante en este caso, no es lo que nos ocurre, sino cómo interpretamos cada momento de nuestra vida.

 

 

La seguridad en uno mismo se va construyendo poco a poco, pero para eso hay que prestar atención a una serie de cuestiones fundamentales, sobre las que no estamos enfocando bien. Las frases y mensajes que nos decimos a nosotros mismos como: «no sirvo para nada», «nunca lo hago bien», «soy un patoso, todo se me da mal», «siempre la acabo fastidiando», etc. son mensajes destructivos que van minando nuestra seguridad y, a más inseguridad, más crueles serán estos mensajes.

Estos mensajes destructivos también pueden venir de otras personas, por lo que, si estamos acostumbrados ya a hacerlo con nosotros mismos, además iremos sumando todo lo tóxico que otras personas no envíen. A esto es necesario darle otro sentido. Para ello hemos de focalizar nuestra atención en obtener un aprendizaje de lo que hacemos. Cambiar lo destructivo por críticas constructivas que nos ayuden a crecer, y no a estancarnos como lo hacen las destructivas.

Para ello la meditación se muestra como una práctica muy efectiva. ¿Conoces los beneficios de la meditación al respecto? Gracias a esta práctica es como podemos acercarnos mejor a la realidad, obteniendo conciencia en cómo estamos boicoteando nuestra confianza, y cómo podemos poner nuestra atención en mejorar, para desarrollarnos y crecer con nuestras capacidades. Este cambio de perspectiva es de vital importancia para dejar de contribuir a seguir alimentando nuestra inseguridad. Cuando logramos comprendernos , la seguridad en uno mismo se ve fortalecida, y todo aquello a lo que le temíamos se vuelven retos y experiencias a explorar. En vez de estar juzgándonos, mediante la comprensión aprendemos de los resultados. 

Dejarnos influenciar por lo que opinen las demás personas

Para comprender esto en profundidad, ¿qué mejor que contar una experiencia? Esta historia en forma de relato corto, ‘El vendedor de bocadillos’, nos muestra la importancia de confiar en uno mismo, independientemente de lo que nos puedan decir los demás:

 

 

«Erase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos.

Cada día, nada más salir el sol, se acercaba al cruce para instalar su pequeño puesto ambulante de bocadillos, que él mismo preparaba y horneaba en su horno de leña. Este hombre, que no podía ver ni escuchar bien, era conocido en toda la región por sus exquisitos bocadillos, a los que dedicaba todo su tiempo, ya que ni veía la televisión, ni podía leer el diario…

La gente estaba tan contenta que cada día le compraba más y más, hasta que, meses después, el hombre decidió alquilar un terreno donde puso un cartel de colores que todo el mundo podía ver. Y seguía preparando los bocadillos y vendiéndolos como siempre, gritando a voces su conocida frase:

– ¡Compre deliciosos bocadillos calientes!-

Y así, como atraídas por un imán, las personas se acercaba al puesto y compraban deliciosos bocadillos.

El negocio cada vez iba mejor, así que el tendero pensó en alquilar un terreno más grande y en un sitio todavía más céntrico.

Y seguía vendiendo, más y más bocadillos cada día. Tanto que tuvo que pedir ayuda a su hijo, un prestigioso empresario de la ciudad, para que le ayudara.

Al recibir su llamada, su hijo respondió:

– Pero papá, ¿no escuchas la radio ni ves la televisión? No te puedes fiar de que te vayan bien las cosas ahora porque estamos en crisis, una crisis terrible, y todo va a ir a peor- le dijo.

A esto, el padre pensó:

– Mi hijo trabaja en la gran urbe, tiene un trabajo altamente cualificado, además de contactos importantes y está muy bien informado…¡Debe saber de lo que habla!.

Así que el tendero revisó sus costes, empezó a comprar menos pan e ingredientes e incluso dejó de promocionar sus bocadillos. El efecto negativo en las ventas fue inmediato y acabó devolviendo el terreno y dejó de confiar en uno mismo.

Apenado, el tendero volvió a llamar a su hijo:

– Querido hijo, tenías mucha razón, ¡puedo asegurarte que estamos atravesando una grave crisis!»

Muchas personas queridas, incluso, querrán darnos consejos pensando en nuestro bien. Pero nosotros somos quienes debemos de tomar la decisión que nos haga avanzar, aunque luego nos podamos equivocar, pero habrá sido un aprendizaje productivo, consecuencia de una decisión hecha a través de la seguridad en nosotros mismos. La confianza en nosotros es lo que nos hace avanzar a pesar de las dificultades. Nos detenemos y retrocedemos cuando desconfiamos de nuestras posibilidades.

Al ser conscientes de estas causas tenemos una mayor capacidad para elegir qué es lo que nos conviene y qué camino queremos tomar. Al fin y al cabo, que seamos personas más seguras en nuestros actos y decisiones, solo depende de nosotros mismos, con la conciencia que tengamos y la actitud que logremos desarrollar.

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