Una fábula que invita a reflexionar y a entender

La existencia de cualquier ser humano esta compuesta por incertidumbre e infinidad de giros que si quisiéramos imaginar de antemano, raramente lo conseguiríamos.

Tendemos a pensar que las cosas raras y los accidentes son cosas poco usuales pero son mucho más frecuentes de lo que podríamos creer.

Vivimos en un océano de cambios, pero eso no tiene por qué  ser negativo en absoluto. Este hecho, está magníficamente plasmado en la siguiente fábula oriental:

» Cierto anciano labrador, viudo y muy pobre, viva en un pequeño pueblo en el que todos eran pobres también. Cierto día, un precioso caballo salvaje llego a la aldea a buscar comida y bebida ya que debido al intenso calor del verano y la escasez de lluvias, la comida escaseaba. 

 

 

El destino quiso que el caballo acabara en el establo del anciano donde encontró comida y bebida y donde se quedó ya que su hijo puso una puerta para impedir que saliera de nuevo.


Todos los vecinos fueron entonces a felicitar al anciano por la gran suerte que había tenido de tener ese magnifico ejemplar en su establo. Era, ciertamente, un animal que hubiera costado mucho dinero si se hubiera comprado. Aún así, todos quedaron muy sorprendidos cuando el anciano les replico  “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!”. Y nadie entendió,..

Al día siguiente sucedió que el caballo ya saciado y siendo fuerte y ágil, saltó la valla y recuperó su libertad, regresando a las montañas. Cuando los vecinos llegaron a dar al anciano sus condolencias este volvió a replicar: «¿Mala suerte?¿Buena suerte? ¡Quién sabe! Y de nuevo no entendieron…

Una semana después, el joven caballo volvió con un montón de caballos más a los que llevo de nuevo al establo donde podrían encontrar agua y comida. ¡Los vecinos estaban alucinados! Parecía que de la noche a la mañana el anciano se volvería rico. Entonces todos le felicitaron. Pero éste de nuevo les respondió:  “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!” Esta vez, los vecinos sí que pensaron que el anciano había perdido la cabeza, pues tener de repente cuarenta caballos en su establo tenía que ser buena suerte a la fuerza.

Al día siguiente, el hijo del labrador resulto mal herido con múltiples fracturas tras intentar domar a líder de la manada de caballos. Por supuesto, todo el mundo consideró que aquello era una verdadera desgracia. El labrador sin embargo, de nuevo, se limitó a decir: «¿Mala suerte? ¿Buena suerte? ¡Quién sabe!” En esta ocasión los vecinos no supieron que responder…

Unas semanas más tarde, el ejército fue al poblado reclutando todos los jóvenes que estuvieran en buena condición física. Por supuesto, el hijo del labrador no fue elegido en tales condiciones. Los vecinos que quedaron en la aldea volvieron a expresarle la gran suerte que había tenido el joven al no tener que ir a la guerra. El labrador, una vez más, respondió de manera tranquila: “¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!” 

¡Nada ocurre por casualidad en el universo!

Este pequeño cuento, nos recuerda, que lo que en un momento nos parece una pesadilla puede tener que ver con una gran bendición futura y viceversa. Solo es cuestión de dejar pasar el tiempo y poder observar las diversas situaciones de la vida con perspectiva.

Nuestra programación desde la infancia está orientada a que podamos, o mejor dicho, intentemos, controlar todo aquello que nos ocurre en la vida. Si no lo conseguimos nuestros niveles de ansiedad y estrés se disparan. y, a causa de esta incertidumbre, pasamos mucho tiempo de nuestra vida preocupándonos por el futuro e intentado anticipar acontecimientos que no sabemos si van a ocurrir o no

Así pues, el anticipar el futuro nos lleva a una absurda y excesiva preocupación ya que no tenemos ninguna certeza de que ocurra lo que tememos, perdiendo de esta manera la perspectiva. Lo peor de esta preocupación anticipada es que nos olvidamos de que lo realmente importante y real es lo que esta ocurriendo a nuestro alrededor en el momento presente.

No obstante, existe la posibilidad de utilizar la incertidumbre a nuestro favor.

 

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geralt/Pixabay

 

Aquí te dejo unos sencillos pasos que te servirán como guía:

-Acepta lo que está ocurriendo: Es de suma importancia que procures aceptar la situación en que te encuentras por mucha incertidumbre que encierre. Deja que los hechos vayan desenvolviéndose a su ritmo. No te resistas a ello. El hecho de que lo aceptes no significa que tenga que agradarte, son cosas distintas. El aceptar, sin embargo, te permite cierto grado de tranquilidad que te ayudará a encontrar los recursos necesarios para afrontar la situación adecuadamente,

No obstante, el hecho de aceptar nada tiene que ver con resignarte. Hemos de diferenciar entre resignación y aceptación. La resignación es una sentimiento más pasivo y negativo, ya que das por sentado que no te gusta la situación y que no puedes hacer nada. Sin embargo, la aceptación lo acoge todo, desde lo que está ocurriendo hasta  los pasos que se irán dando para encontrar una salida de la situación.

-Adáptate a la situación: Si puedes fluir y adaptarte a cada nueva situación, el estrés generado por la oposición a la novedad será inexistente y podrás, de esa forma, encontrar nuevos recursos para cada ocasión.

-Concéntrate en el presente: Cada vez que sientas incertidumbre céntrate todo lo que puedas en lo que esta ocurriendo o lo que estés haciendo en ese momento. Ponle toda tu atención a tu hacer, eso hará que tus pensamientos no vuelen a lo que todavía no ha ocurrido y te preocupa. Intenta también, observar todo aquello por lo que puedes estar agradecido en ese momento. Seguro que hay muchísimas cosas.

-Utiliza técnicas de relajación:  Cualquier técnica como meditación, yoga, mindfulness, son estupendas herramientas que conseguirán centrar tu atención y desidentificarte de la situación, pasando a la postura del observador, desde donde el control de las emociones es mucho más fácil.

-Encuentra algo que te guste hacer: Puedes elegir entre el deporte, el baile, el canto, el ganchillo… ¡Cualquier cosa sirve! El hecho de encontrar momentos que te hagan disfrutar te alejará de sentimientos de inseguridad e incertidumbre.

Y recuerda:

¡Nunca sabemos qué es lo que puede ser mejor para nosotros ! ¡ La vida siempre es amorosa y juega a nuestro favor! ¡No lo dudes!

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